El Cepillo de Dientes
Es uno de los
instrumentos de higiene más conocido en el mundo, probablemente todos tengamos
uno, algunos más sofisticados que otros, pero todos tenemos un cepillo de
dientes.
No es más que
un mango de plástico con una cabeza que posee algunas cuantas cerdas de fibras
sintéticas. Acompañado de crema o pasta dental, se usa para mantener la higiene
bucal, remover la placa, hacer ver limpios los dientes y proveer un aliento
fresco. Apuesto a que todo esto ya lo sabías, pero ¿y si el cepillo dental
fuera más que eso?
Soy una fiel
creyente de que a las cosas no hay que verlas por lo que son, que aburrido es
ser la especie dominante en el planeta y no buscarle a las cosas una función
más trascendental. No voy a permitir que tu cepillo se quede siendo el objeto
con el que te quitas la cochinada que tienes adherida a los dientes. Tu cepillo
de dientes te conoce, probablemente más que tu.
Tu boca es,
de tu cuerpo, uno de los lugares más sucios y ricos de información de ti, tus
dientes son una mina de información genética, conoceré más cosas de ti por tu
saliva que tú mismo, puedo saber cuál es tu cadena de ADN, puedo ver quiénes
son tus huéspedes patógenos y qué enfermedades padeces. Si analizamos tus dientes
a profundidad encontraremos qué materiales minerales tienes adheridos a ellos
desde que te salieron. Tu cepillo está muy cerca de esa información a diario,
tal vez cinco o puede que solo una vez al día, pero siempre está ahí muy cerca
de la información que le provees. Él sabe todo lo que tu boca registra.
Tu cepillo de
dientes sabe lo que dices, cómo te sientes, qué comiste, a quién besaste, si
estás enfermo, si vas a enfermarte, si estuviste enfermo, si acabas de contraer
un nuevo patógeno. Aunque lo cambies cada tres meses y lo laves y seas el mejor
con tu higiene, siempre le das la oportunidad de invadir tu espacio oral para
que purifique y limpie esa área particular.
Tal vez no lo
sepas, o simplemente lo ignores, pero tus cepillos dentales evolucionan
contigo. Cuando nacemos no lo necesitamos, pero conforme nos salen los dientes
empezamos una especie de evolución constante de cepillos, iniciamos con uno que
mamá se pone en el dedo con apenas 100 cerdas para limpiar esos pequeños
dientes de leche, luego nos independizamos de mamá y podemos escoger de qué
color queremos el cepillo e incluso el sabor de nuestra pasta dental, es una
decisión importante, quizá una de las primeras.
Si no te has
emocionado cuando has leído esto te explicaré algo, todos tomamos decisiones a
diario, los niños no deben cepillarse con las mismas cremas que los adultos
porque estas contienen flúor que es algo tóxico para ellos en caso de
tragárselo, (y tal vez estés pensando “ay por Dios, son niños, no se van a
tragar la crema”, cariño, los niños comen tierra y si juegan a una fiesta de té
en la piscina, se van a beber el agua de la piscina, y eso ni siquiera sabe
rico; ahora imagina si prueban una pasta mentolada que tiene tendencia a saber
a menta o hierbabuena… SE VAN A COMER EL TUBO COMPLETO), por este motivo las
pastas infantiles son fabricadas con una fórmula especial, y para que sean más
propensas a ser escogidas por ellos sin titubear demasiado, las hacen
llamativas, les ponen en el tubo las caricaturas de moda y les añaden
saborizantes con sabores como la frambuesa, la fresa, el limón, etc. Cuando los
niños toman la decisión de tomar un cepillo y pasta específicos saben que es un
sabor y un cepillo que deben tolerar por tres meses, entonces en el cerebro de
los niños hay un proceso inconsciente pero presente que dice ¿Qué comiquita me
agrada lo suficiente y no me aburrirá incluso si pasa de moda por los
siguientes tres meses?, esa decisión que probablemente se haga en 12 segundos
es más profunda que muchas otras, porque estamos escogiendo nuestro primer
amigo de cuidado dental que conocerá los espacios que nuestros dientes de leche
dejen al caerse y verán crecer junto a nosotros el diente nuevo que vendrá a
sustituir el anterior.
Luego
crecemos y para clasificar los cepillos los elegimos por color junto a toda la
familia, lo cual ahora depende de un proceso más complejo, porque ya no es solo
lo que me gusta a mí, es lo que le gusta a mamá, a papá, a mis hermanos, a los
abuelos y a todos los que viven conmigo, existe necesidad de un consenso
familiar para no confundir los cepillos, porque (y estarán de acuerdo conmigo)
confundirse de cepillo dental y cepillarse con uno ajeno se siente y es
asqueroso. Entonces empezamos a decir y
a analizar cosas como “El azul es el de papá y el rojo es el de mamá, a mi
hermana adora el rosa, así que ese será de ella; a mi abuelo le gusta el verde
así que probablemente sea el que va a escoger. Quedan dos colores, el amarillo
y el naranja, esperemos a ver qué escoge la abuela y el que quede lo escogeré
yo. Espero que escoja el amarillo porque me gusta mucho el naranja”. Empezamos
a dar juicios y a suponer según lo que conocemos de nuestra familia, con algo
tan básico como el cepillo de dientes y ahora recae en nosotros recordar el color
y modelo de nuestro cepillo para no equivocarnos y desatar un evento
desafortunado.
Crecemos
dentro una familia y llegará el momento en el que el vaso donde colocamos los
cepillos se vaya llenando o vaciando. Probablemente llegue un hermanito nuevo y
ahora se añada uno, o puede que los abuelos se hayan mudado al campo para
disfrutar de su jubilación y entonces se restarán dos, la hermana mayor se casó
y ahora será uno menos y el vaso que inició con seis cepillos ahora solo tiene
cuatros. Tal vez papá y mamá se divorciaron y uno tuvo que irse de la casa,
ahora quedan tres. Y así vemos como poco a poco el contenido del vaso en el
baño va cambiando en cantidad. Siempre está en constante cambio.
Llegará el
día en el que el vaso solo tendrá un cepillo, que será el tuyo, o tal vez
directamente cambies a un entorno donde serán dos y solo esté tu cepillo y el
de tu pareja, pronto quizá se sume uno que tenga la misma evolución que tu
tuviste. Quizá no quieras una pareja nunca y eso no está mal, los cepillos no están
obligados a compartir espacio. E incluso puede que haya un cepilló constante
mientras otros llegan y se van del vaso.
Siempre que
cambiamos de cepillo somos personas diferentes, estamos en constante evolución,
quien compró el cepillo hace tres meses no es igual a quien hoy lo desechó para
comprar otro, quizá en este tiempo renunciaste a tu trabajo y ahora estás
mejor, tal vez estás en espera de un hijo, tal vez sufriste una perdida, tal
vez ahora ya tu cepillo no vaya a estar en el mismo vaso.
Te recomiendo
esto, ve al baño, mira tu cepillo y, cuando lo vayas a cambiar, escribe algo
sobre todo lo que te pasó en el tiempo que estuviste con este cepillo, tal vez
te sorprendas y veas lo mucho que has evolucionado, a lo mejor esto resulte una
lección para ti, no sabrás lo mucho que has crecido si sigues viéndote desde tu
perspectiva. Veamos que sucede si te ves desde la perspectiva de tu cepillo de
dientes.
Ahora veré a mi cepillo de diente diferente ♡
ResponderEliminarMe gusta bastante este escrito, y me parece necesario señalar algunos elementos que me son de interés. Para empezar, esta narrado de una manera poco usual a comparación de tus trabajos anteriores, puesto que la descripción detallada de elementos abstractos como parte de la cotidianidad (felicidad, tristeza, ira, etc...) se ve reducida. Si tuviera que decirlo de alguna forma, este escrito tiene un carácter mucho más narrativo y anecdótico. A su vez, dicha narración permite relacionar fácilmente los sucesos descritos con sucesos que todos (o la mayoria) hemos pasado. Nos vemos identificados con aquella persona que va creciendo y cambiando con los años, y eso se debe tanto a tu narración como a tu manera tan particular de comprender la vida de un cepillo de dientes. Es una visión única, que nos hace replantearnos acerca del valor que le otorgamos a las cosas y la importancia que estas tienen en nuestro día a día. Sin dudas, pensare 2 veces las cosas cuando tenga que coger mi cepillo de dientes a partir de ahora. Fue un escrito maravilloso.
ResponderEliminarMuy bueno Vero, sobre todo creo q va mostrando ya no tan timidamente tu forma de ver las cosas, sin pelos en los dientes o como esten los pelos de tu cepillo eres, jajaja, vas mostrando tambiwn tu caracter y eso esta muy bien pues wstas buacando tu lugar en esta vida loca y cambiante. Besitos, aigue eacribiendo, la practica hace al monje.🧡
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