La Bailarina en la Sala

Hacía años que sabía que quería ser parte del personal de salud de un hospital, alguien primordial en la respuesta a los pacientes, tratar emergencias y crisis. Por mi condición, la cardiología parecía lo más adecuado. Nunca quedé en la carrera que quería, pero no me rendí por eso. Estudie emergencias médicas, tal vez se conozca más como urgencias prehospitalarias. Aprendí cada paso de atención y primera respuesta a cada emergencia que me planteaban y construí emergencias desde fatalistas hasta absurdas para prepararme mejor, y así sentir que podría solventarlas todas. Leí cada libro, artículo y guía habida para el campo, incluso retrasé mis pasantías hasta que sintiera estar lista para afrontar las emergencias y hacer lo mejor posible, yo no podía fracasar, porque se trataba de la vida de las personas que, al igual que yo, luchaban por aferrarse a este mundo. Practiqué con muñecos, cadáveres y hasta compañeros para hacerme mejor; pero ningún libro me habló de lo que en realidad era un reto.

Cuando finalmente me tocó hacer pasantías ya había aprendido que todo el personal tenía dos caras, una cuando entra a una guardia y otra cuando sale de ella, era como conocer a dos personas que compartían cuerpo. Las emergencias eran tal cual las explicaba el libro, y la mayoría tenían una solución que yo conocía, la semiología y la fisiopatología se habían adherido a mí como sanguijuelas y como era la más avanzada en el equipo con que el que hacía pasantías porque iba cuatro trimestres más adelante, yo era quien solventaba casi todas las dudas técnicas cuando los doctores no estaban.

El tercer día fallecieron cuatro personas con diagnósticos fatales y aprendí que la muerte era una bailarina constante de las salas de los hospitales que cada tanto tropezaba con alguien y le robaba la vida casi por suerte.

Primero murió Emilio, un hombre de 40 años que había sido arrollado por un autobús y uno de sus pulmones había colapsado, por falta tanto de insumos como de personal capacitado, ninguno supo qué hacer y falleció en la unidad de traslado luego de 20 minutos de su ingreso a la sala.

 Yakaila, una jovencita temeraria de unos 16 años se había visto forzada por la presión social a probar las sustancias estupefacientes recreativas. No le favorecieron mucho, en la clase de farmacología había aprendido que, con cuidado y un buen manejo, los alucinógenos son inofensivos, pero donde hay un acantilado… nada es inofensivo, el LSD la llevó a saltar porque creía que podía volar gracias a sus efectos; para cuando llegaron sus padres ella había muerto por hemorragias internas, sus amigos tardaron demasiado en trasladarla a la emergencia, y claro, todos bajo el efecto de las drogas probablemente no la hayan movilizado de la mejor manera. 

Entretenida en su danza, la muerte tropezó con la dulce señora Elvia, una mujer corpulenta de unos 60 años que tenía diabetes. Sufrió un evento cerebrovascular de tipo hemorrágico y estando en observación su corazón se detuvo, luego de muchos intentos de resucitación se fue en paz con el creador a quien, sabíamos, había dedicado todas sus alabanzas.

Para cuando ya casi acababa el día y la bailarina intangible había hecho estragos, alguien cruzó la puerta con una caja de zapatos gritando por ayuda, un doctor se aproximó a ella y cuando abrimos la caja lo que había adentro nos dejó atónitos, no soy alguien fácil de impresionar, pero lo que vi en ese momento me hizo cuando mínimo, preguntarme el por qué de las cosas. Un bebé de apenas 900 gramos de color purpura respiraba con dificultad, había sido encontrado minutos antes debajo del asiento de un vagón del tren subterráneo. 

Intentamos todo lo que sabíamos, lo abrigamos, le colocamos una sonda, lo colocamos en la incubadora, pero el daño que tenía era irreversible, no se movía ni lloraba, para cuando todos se habían rendido, la jefa de enfermeras había encendido el equipo de esterilización y habíamos hecho del cuarto de cirugía menor un sauna para intentar calentar a aquella criatura, minuto a minuto contamos su respiración que solo se alentaba poco a poco. Tardamos cuatro horas esperando la ausencia de sus signos vitales, no sabíamos si podía escucharnos o vernos, pero aún así cantamos y contamos historias para que se fuera de este mundo con un poco más que el conocimiento de haber sido traído para ser abandonado. Mi compañera lo cargó hasta que finalmente falleció y yo lo envolví y llevé hasta la morgue, que ya estaba a reventar. Bajo la idea de que había hecho todo lo posible por no llenar aquellas neveras ese día, lo desenvolví, vi su rostro una vez más e inútilmente cuantifiqué signos inexistentes buscando señales de vida que nunca encontré. Le dije que lo sentía mucho y cerré aquel lugar.

En la habitación de descanso detrás de las camas los enfermeros tenían rayada una pared con la inscripción de “en memoria de…”; quise escribir su nombre, pero noté que ni siquiera llegó a tener uno; intenté convencerme de que la muerte no llega con la enfermedad sino con el olvido y me prometí nunca olvidarlo. Empaqué mis cosas y salí con la misma cara de guardia, típica en la insensible y nada impresionable pasante A4. Me despedí de mis compañeras, que lloraban desconsoladamente maldiciendo el mundo en el que les tocó vivir donde cosas así sucedían. Aprendí esa noche que el hecho de que solo haya visto un caso no significa que eso no suceda cada minuto en este planeta.

Caminé hasta la parada del bus en compañía de la bailarina que pude sentir a mi espalda, sabía  que no se iba a despegar de ahí, pero que tampoco me iba a tocar y podría jurar que la escuché decir que lo sentía. Ese día, en el que no pude llorar para guardar la imagen de una mujer que carece de la capacidad de estar triste, me hizo sentirme triste el resto de los minutos que tuve que pasar en aquel lugar durante esos meses, donde aquella bailarina maldita nos perseguía sin cesar. 

Comentarios

  1. Relatos interesantes...te seguiré 🤞

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  2. Exelente historia ������ la vida es dura, cuando se sale de la cúpula de la universidad nos enfrentamos a un reto con el destino al saber que de nuestras desiciones depende la finalización de un proyecto o trabajo, en tu caso se trata de la vida de personas que no conoces pero estas dispuesta a dar todo de ti por el bienestar de ellas, es allí donde te percatas de que lo aprendido en esas viejas aulas tiene un por que, es gratificante saber que en este mundo de perjuicios y malas desiciones, tu sigas adelante, con templanza y con el unico fin de cumplir tus metas a base de sacrificio esfuerzo y dedicación; no desmayes ante este momento histórico todo ciclo tiene su fin.

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  3. Excelente relato, los anteriores también están muy bien... Enhorabuena! Tienes mucho potencial para escribir, sigue así, llegaras donde te lo propongas...😘

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  4. Excelente relato, los anteriores también están muy bien... Enhorabuena! Tienes mucho potencial para escribir, sigue así, llegaras donde te lo propongas...😘

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  5. Es una dura y muy cruda realidad corazón. Nos esforzamos, luchamos por lo que queremos hasta alcanzarlo, lamentablemente en este país no valoran este tipo de actitudes frente a cualquier situación, pero por favor, te lo pido yo, jamás desmayes, siempre te he admirado por tu temple, tu perseverancia y actitud ante los obstáculos que te pone la vida, seguiré estando allí, para cuando me necesites , no importa el momento, simplemente estaré allí mi reina hermosa. 😘

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